Óscar Castro nació en Rancagua el 25 de marzo de 1910 y falleció en Santiago el 1 de noviembre de 1947. Poeta, cuentista y novelista. Diario La Mañana de Talca del 12 de noviembre de 1967 lo define “como la piedra fundamental de la trilogía más importante de la generación de 1938, junto a Nicanor Parra y Gonzalo Rojas. El mismo periódico agrega que toda su obra “se caracteriza por una emoción íntima y cordial. Conoce a fondo su pueblo y su certera visión de artista sabe interpretarlo con magnífica transparencia y hondura”. Además el escritor desarrolló otras labores como: oficinista, comerciante, periodista, bibliotecario y profesor. Fundador del grupo literario Los Inútiles, de destacada actividad cultural en Rancagua.
El año 1935 empezó a trabajar en la biblioteca pública Eduardo de Geyter. Durante el mismo año se inició como redactor en el diario La Tribuna y escribió también, en las revistas Nada y Actitud que él mismo creó. Sus primeros poemas fueron publicados en 1926 por la revista Don Fausto bajo el seudónimo de Raúl Gris. En 1929 apareció el primer poema firmado con su nombre Poema de la ausencia, en el diario local La Semana. El año 1936 en Valparaíso dio a conocer su primera creación titulada Responso a García Lorca. En 1941 fue nombrado escribiente, bibliotecario y profesor de Castellano del Liceo de Hombres de Rancagua.
Las obras del autor publicadas en vida son las siguientes: Camino en el alba (1938), con prólogo de Augusto D’Halmar. Viaje del alba a la noche (1940), Huellas en la tierra (1940), Las alas del fénix (1943), La sombra de las cumbres (1944), La reconquista del hombre (1944) y Comarca del jazmín (1945). Después de su muerte se ha editado: Glosario gongorino (1948), Rocío en el trébol (1950), Llampo de sangre (1950), La vida simplemente (1951), Antología poética (1953), Lina y su sombra (1958), Nueva antología poética (1967), El valle y la montaña (1971) y en 1973 la Editorial del Pacífico publicó su obra Sombra Inmortal. Cantata a la muerte de Federico García Lorca.
Durante el transcurso de su corta vida, Óscar Castro se hizo acreedor de varios premios que denotan la importancia de su obra. A los 16 años concursó, utilizando el nombre de su hermana Elba, en un certamen literario organizado por la revista Don Fausto obteniendo el primer premio con una ronda infantil. En 1933 ganó el concurso Canto a la Reina de los Juegos Florales del Círculo de Periodistas de la ciudad de Rancagua. En 1939 obtuvo el primer premio y dos menciones honrosas en el Concurso Internacional convocado por la Asociación de Educadores de Liniers, de Argentina, con la obra Camino del alba. En 1941 participó en un concurso literario organizado por la Municipalidad de San Felipe obteniendo el primer y tercer premios y La Flor de Oro en poesía. En prosa consiguió una mención honrosa por sus cuentos. En 1944 ganó con su obra Huellas en la tierra el Premio Atenea de la Universidad de Concepción y el Premio Municipalidad de Santiago con su obra La sombra de las cumbres.
Su ciudad natal también le rindió honores al declararlo el 17 de junio de 1945, Hijo Ilustre de Rancagua. Actualmente distintos lugares de esta ciudad llevan su nombre, como por ejemplo el Liceo Bicentenario Óscar Castro Zúñiga que es uno de los principales centros de educación secundaria de la ciudad de Rancagua, además el antiguo parque llamado “5 de Abril” fue rebautizado el año 1952 con el nombre del escritor.
La importancia del poeta también es reconocida desde el Ministerio de Educación de nuestro país. De ahí que sus obras estén presentes en los planes y programas de estudio desde la década del sesenta hasta nuestros días. Al respecto la autora Josefina Cabrera (2011), en su obra La Comarca del Poeta: Óscar Castro su ciudad y su tiempo: vivencias literarias en Rancagua (1910-1947), establece que para el primer año de humanidades en 1964 se recomendaba la lectura del poema Burrito de ensueño, para el segundo año se proponían dos cuentos del autor y el libro Comarca del jazmín, para el tercero el cuento Lucero y en sexto año “para desarrollar el contenido de novela y cuento, Óscar Castro figuraba como uno de los cuentistas a escoger”. En las décadas de los setenta y ochenta se siguen recomendando las mismas lecturas y se incorporan algunos romances. En los años noventa se incluyen las novelas más crudas en términos sociales, como son Llampo de sangre y La vida simplemente. En la actualidad esta última permanece en la lista de lecturas sugeridas para la educación media.