Durante los años 60 un grupo de colonos alemanes compró el fundo El Lavadero, en el sector precordillerano de Parral, para conformar una comunidad con más ciudadanos germanos hastiados de la guerra. La colonia fue fundada el 26 de junio de 1961 bajo el nombre de “Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad”. El Estado chileno otorgó personería jurídica a la Sociedad mediante el Ministerio de Justicia, encabezado por Enrique Ortúzar Escobar, en septiembre de 1961.
Hasta ese momento, el jerarca Paul Schäfer no aparecía ni en la escritura de constitución de la sociedad, ni de los documentos que solicitaban la personería jurídica. Esto se explica porque Schäfer tenía ya antecedentes penales de abuso contra menores en Alemania y su presencia se ocultó tras otros actores de nacionalidad alemana.
Desde mediados de los años sesenta ya existían dudas y rumores sobre el tipo de actividades a las que eran sometidos los colonos en el recinto. En 1966 el diario La Mañana de Talca hizo eco de numerosas publicaciones en torno a la situación. Incluso, los nacimientos ocurridos dentro del recinto no se notificaban en el Registro Civil de Parral, donde vivían cerca de 300 personas.
La primera denuncia contra Colona Dignidad fue realizada en 1975 por Amnistía Internacional en Alemania, señalándola como centro de detención, desaparición y tortura. La denuncia fue encabezada el obispo Helmut Frenz (1933-2011), mediante la recopilación de testimonios de víctimas de la represión, como la profesora Adriana Bórquez, el psiquiatra Luis Enrique Peebles, el estudiante Erick Zott, Manuel Segundo Bravo, entre otros. Ante las denuncias, la Private Social Mission (sociedad alemana que organizó Colonia Dignidad en Chile), se querelló contra Amnistía Internacional y el semanario alemán Stern. El enclave alemán respondía a las acusaciones como una “calumnia de los marxistas”, como escribe el abogado Roberto Celedón en su publicación La importancia judicial de los archivos de la represión de Colonia Dignidad (2016).
La presencia de elementos hitleristas en la dirección de Colonia Dignidad, como Hermann Schmidt y el mismo Schäfer, orientó sus nexos con sectores de ultra derecha, colaborando diversos organismos de la dictadura militar de 1973, Fuerzas Armadas y DINA, incluyendo la embajada y servicios secretos de la República Federal Alemana (RFA), según consignan las investigaciones levantadas por investigadores como Dieter Maier (Friedrich Paul Heller). Al respecto, Roberto Celedón en el texto ya mencionado reflexiona que no existen experiencia donde “el ejército de un país se asociado con colonos extranjeros para, entre otras tareas, reprimir ilegalmente a un sector de la población contrario a la dictadura militar”. Durante el período, la Sociedad de Beneficencia obtuvo concesiones de extracción de titanio en Cautín, negoció armamento de guerra con entidades públicas y operó con túneles subterráneos.
Hacia mediados de los años ochenta, había huido cerca de media docena de colonos, testimoniando la represión interna en declaraciones judiciales y extrajudiciales. Mientras tanto, se prohibía el paso a todo quien no poseyese la calidad de “Amigos de la Sociedad Benefactora Dignidad”, negaban incluso el ingreso de la APSI (Agencia de Prensa de Servicios Internacionales) en los terrenos.
Con el inicio de la transición política hacia la democracia, el Estado chileno disolvió jurídicamente a Colonia Dignidad el 31 de enero de 1991, por crímenes de lesa humanidad cometidos. La investigadora Alejandra Araya en su publicación Enfrentarse a nuestras sombras: Colonia Dignidad, realidad aberrante a las orillas del río Perquilauquén (2016) destaca la declaración de Monumento Histórico de dos recitos en Colonia Dignidad el 18 de julio de 2016, la creación del Archivo de Colonia Dignidad el 15 de noviembre del mismo año.
En la actualidad, Colonia Dignidad aún no ha logrado constituirse como lugar de valoración y memoria histórica, funcionando en cambio como centro turístico de deleite culinario, renombrado “Villa Baviera”.