Leoncio Guerrero, más allá de la “narración criollista”
Leoncio Guerrero Medel, profesor, escritor, analista literario y artista visual. Nació en 1910 en Pichaman, (del mapudungun Pichimanque: Condor pequeño), sector rural ubicado junto a la vía férrea del ramal Talca-Constitución. Hizo sus estudios de primaria y secundaria en Constitución para posteriormente trasladarse a Santiago, lugar donde completó su formación universitaria en el antiguo Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, escenario en el que durante aquella época se conformaba un animado círculo de intelectuales y donde figuraba como uno de sus protagonistas el llamado “padre del criollismo”, Mariano Latorre, personaje del que este joven estudiante maulino se hizo discípulo.
Existen pocos antecedentes conocidos relativos a la biografía de Guerrero, razón por la que aún resulta difícil establecer un panorama más amplio sobre aspectos tales como sus actividades profesionales, intereses intelectuales, filiación política o religiosa, movilidad y redes de contacto, etc. Leoncio Guerrero fallece el año 1977 y su colega de letras Andrés Sabella diría respecto a él: “Leoncio, medio huaso, medio marinero, trazó caminos que ahondarán los tiempos”.
Su obra escrita es más bien breve y se divide en dos dimensiones, una creativa y otra analítica. En la primera de estas facetas, Guerrero se perfila como un narrador criollista de cuentos y novelas, iniciando su producción a los treinta años con su primer libro: “Pichamán” (1940), un claro guiño a su tierra natal representado por un conjunto de relatos donde se aproxima al escenario natural y humano del río Maule, o “Nilo criollo”, como le llamaría el crítico Norberto Pinilla, quien prologa este primer trabajo del joven escritor maulino, sentenciando al respecto: “un hermoso libro, hermoso por las presencias líricas y psicológicas que lo animan e integran, presencias que se captan con un estilo sobrio, con imágenes justas en matices de auténtico chilenismo”.
A continuación, sigue en su producción la novela “Faluchos” (1946), probablemente su obra más reconocida, situada en el contexto de la navegación en torno al río Maule y el antiguo Puerto Mayor de Constitución ante su época de mayor esplendor. Esta primera edición de “Faluchos” fue publicada por Zig-Zag y prologada con elogio por Mariano Latorre, agregándole como componente la ilustración de portada hecha por el notable artista visual Gustavo Carrasco Délano, siendo reeditada el año 1973. Otros trabajos de Guerrero recibieron reconocimiento dispar, pues, por ejemplo, su cuento “el gallo loco”, fue traducido al francés e incluido en una antología publicada en París en 1958 por el venezolano Juan Liscano, lugar donde el nacido en Pichaman comparte entre grandes nombres de la literatura universal como Uslar Pietri, Horacio Quiroga y Alejo Carpentier. Por otro lado, Guerrero en el medio chileno no escapó a la crítica de quienes reprobaban la tendencia criollista, tal como aconteció con los negativos comentarios de Hernán Díaz Arrieta (Alone), acerca de su novela “La Caleta”, publicada en 1957.
En segundo lugar, destaca el rol de Leoncio Guerrero como analista literario a nivel nacional e internacional. En este campo sus contribuciones se sitúan sobre todo en la prensa chilena, además de la reconocida revista Atenea y la prestigiosa Journal of Inter-American Studies, publicación de la Universidad de Cambridge donde este intelectual maulino propone un interesante y exhaustivo panorama de la novelística en Chile. Guerrero señala allí que el propio medio nacional era el escenario predilecto de los narradores, destacando en principio el campo, pues “se descubre el paisaje y el hombre que vive dentro de él. Es el llamado huaso, pintoresco en el vestir y en el hablar. Además, interesa la flora autóctona con sus copihues, avellanos, canelos; la fauna con sus zorros, pumas, zorzales, diucas. Atraen los ríos de denominaciones aborígenes: Maule, Cachapoal, Itata. El mar tan próximo, la cordillera tan alta”. Enseguida y según Guerrero, se sitúa el interés de los literatos nacionales por producir novelas de tipo urbano, pues, “paralelamente al tema campesino, se desarrolla en la ciudad, el interés por el roto, arquetipo del alma popular”. Por último, Guerrero destaca un interés entre literatos provenientes de lo que él denomina como “alta burguesía”, con letras dedicadas a temas psicológicos y de índole sexual, en donde, “A veces, los escenarios de estos sucesos, rebalsan las fronteras y se ubican en Europa, generalmente en lugares de diversión cosmopolita”.
Obras literarias:
1) Pichaman, (cuentos). Santiago: Ediciones Yunque, 1940. 174 páginas.
2) Faluchos, (novela). Santiago: Editorial Zig-Zag, 1946. 242 páginas. (Reeditada en 1973).
3) Las dos caras de Guenechen, (cuentos). Santiago: Ediciones Flor Nacional, 1949. 56 páginas.
4) La Caleta, (novela). Santiago: Editorial Zig-Zag, 1957. 230 páginas.
5) Le coq fou, (El gallo loco, cuento). En: Juan Liscano (Ed.) Les vingt meilleures nouvelles de L´Amérique Latine, (Las veinte mejores historias de América Latina), Paris: Editorial Seghers, 1958.
6) Las Toninas, (novela). Santiago: Editorial Neupert, 1964. 199 páginas.
7) Más allá de las brumas, (novela). Buenos Aires: Ediciones Juan Goyanarte, 1973. 299 páginas.
Estudios:
1) Alberto Blest Gana y su época. En: Atenea, n° 396, (1962), p. 103-114.
2) La literatura de Perez de Ayala. En: Atenea, n° 397, (1962), p. 118-128.
3) La novelística autobiográfica de Carlos Acuña. En: Atenea, n° 401, (1963), p. 147-157.
4) La novela reciente en Chile. En: Journal of Inter-American Studies. Vol. 5, n° 3, (julio 1963), p. 379-395.
5) Coloane, el hombre y el paisaje. En: Atenea, n° 406, (1964), p. 217-231.
Autor: Eduardo Gallardo Martinez, investigador Centro de Estudios de Historia Agraria de América Latina, CEHAL.